Siempre es un buen momento para viajar a París. Ya sea invierno o verano, en un fin de semana o en uno de esos puentes estupendos con los que a veces nos sorprende el calendario. Da igual. La ciudad de la luz nos acogerá siempre con los brazos abiertos, dispuesta a hacernos pasar unos días inolvidables.
Además de las maravillas que nos brinda la capital francesa y que todos conocemos aunque sea en foto, existen en París muchos otros tesoros por descubrir. Por eso, una vez hayáis visitando la Torre Eiffel, el Louvre, o Notre Dame, algo imprescindible por otro lado, os recomiendo que os olvidéis del metro y paseéis por sus calles y plazas.
Le Marais y La Bastilla
Hoy quería proponeros un itinerario muy especial, en el que podréis conocer un poco mejor uno de los barrios parisinos más modernos y especiales: Le Marais. Muchos lo consideran el barrio más bonito de la ciudad, repleto de elegantes mansiones, callejuelas con historia y museos.
El terreno era una marisma hasta que, en el año 1605, Enrique IV mandó construir la Place Royale, hoy Place des Vosges. La fama llegó al barrio en los años 90 cuando comenzaron a instalarse allí diseñadores y artistas, convirtiendo la zona en un hervidero de creatividad y tendencias.
También es interesante dar una vuelta por la Place de la Bastille, donde se alzaba la fortaleza que después fue convertida en cárcel para prisioneros políticos. El 14 de julio de 1789 una muchedumbre indignada la asaltó en protesta por los excesos de la monarquía. Así comenzó la Revolución Francesa. Hoy en su lugar se alza la Colonne de Juillet, un monumento conmemorativo.
La plaza más antigua de París
Acércate a la Place des Vosges, la más antigua de París y una de las más bellas. Rodeada por casas de ladrillo y piedra, y con tejados de pizarra, bajo las arcadas de sus soportales hay numerosas galerías de arte, y en el centro de la plaza, un maravilloso jardín público. En una de estas casas vivió durante algún tiempo el escritor francés Víctor Hugo. De hecho, se cree que fue aquí donde escribió Los Miserables. Hoy esta casa es un museo dedicado a su figura.
Para terminar el paseo, la Rue de Lappe es una buena opción. Repleta de bares, restaurantes y cafés, es todavía la calle más animada del barrio. Ya en los años 30 era así. De hecho, en aquella época, era famosa por sus salas de baile.