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Al viajar a la República Checa se tiende a visitar su capital Praga y alguna localidad cercana. Sin embargo, es un país que tiene mucho que ver y visitar. Por eso, en esta ocasión, nos vamos a detener en Bohemia del Sur por ser una zona de gran belleza y muy rica en arte, pero que suele ser la gran desconocida u olvidada a la hora de realizar recorridos por el territorio checo. Y, ¿qué hay que ver aquí? ¿Por qué merece la pena ir? Te contamos algunas de las mejores propuestas para que no te las pierdas.

Qué ver

La localidad de Pisek es una parada obligada para admirar su magnífico puente gótico de piedra, que es el más antiguo del país y de Centroeuropa. Tras dar una vuelta por su puente y entorno, el recorrido nos lleva hasta Hliboka nad Vltaovou, que es una castillo que data del siglo XIII, que fue levantado por soberanos checos y reformado a finales del siglo XIX por la familia Schwarzenberg en un estilo romántico. De hecho, a muchos les recuerda el Castillo de Windsor.

Esta fortaleza cuenta con 140 habitaciones, 11 torres, una capilla y una biblioteca de 12.000 volúmenes entre los que destaca la primera enciclopedia de Diderot. También pueden observarse numerosas cornamentas de ciervos y corzos por la importancia de la caza en aquellos siglos, aparte de una amplia colección de armas, trofeos y animales disecados.

Todo ello se entremezcla con muebles, vitrinas, cuadros, tallas y de madera, porcelanas y tapices de Bruselas y con un exterior con un gran jardín y un bosque que rodea el edificio. Incluso hay una sala de equitación. Es un lugar de ensueño en el que es posible alojarse porque hay un hotel de cuatro estrellas.

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La siguiente parada en el recorrido es Ceske Budejovice, que es conocida popularmente como Budweis, el nombre de la cerveza. No en vano, la cervecera es una de las principales industrias de esta localidad desde hace ocho siglos. Esta localidad, que es una de las más grandes de Bohemia del Sur, es muy animada por la cerveza y el ambiente estudiantil que, sobre todo, se concentra en la plaza Ottokar II, que es una de las más grandes y bellas de Europa. Está diseñada en forma de cuadrado de 133 metros de lado.

También aquí merece la pena admirar la fuente barroca de Sansón en la que lucha con el león, así como las casas blasonadas como el Ayuntamiento, que data de 1730. En su fachada, hay que fijarse en su reloj y en las estatuas de las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza.

Y, por supuesto, no es conveniente perderse la Torre Negra, que está situada al lado de la catedral de San Nicolás. Es llamativo ver su color gris oscuro por los diversos incendios que le han afectado. Pero especialmente hay que disfrutar de su mirador, situado a 70 metros de altura, desde el que se divisan magníficas vistas de esta localidad.

El recorrido también nos lleva a Cesky Krumolov. Esta ciudad sí suele visitarse, pero vamos a hacer una ruta por ella. La principal característica es su encanto medieval y renacentista. Cuenta con alrededor de 300 edificios históricos protegidos, siete museos, cuatro grandes galerías, teatros y auditorios, entre otros.

La ciudad, que es Patrimonio de la Humanidad, tiene también la bella plaza Namesti Svornosti, en la que está el ayuntamiento y pequeños edificios renacentistas con casas de color pastel. Y, por supuesto, no falta el castillo, que es el segundo complejo palaciego más grande del país. Fue construido en el siglo XIII y su estilo es gótico, aunque posteriormente se le han ido adosando nuevas construcciones con otros estilos como, por ejemplo, el barroco.

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