Europa es tierra de castillos, pero dentro del llamado “viejo continente” hay países que tienen más edificaciones que otros. Y uno de ellos es Bélgica. Y aquí vamos a hacer una parada para conocer los más bellos y que, por lo menos, están recomendados visitar para conocerlos en todo su esplendor. Las propuestas son muy variadas: desde los que recuerdan a los cuentos y fábulas a auténticas edificaciones de estilo militar. Todo ello se acompaña de numerosos atractivos en su interior y de zonas ajardinadas para estar en un auténtico paraíso.
Los castillos
La primera parada en Bélgica, vamos a hacerla en el Castillo de Modave, que es muy llamativo porque está situado sobre una roca de 60 metros del valle del río Hoyoux, muy cerca de Huy.
Este castillo es una auténtica fortaleza con unas grandes vistas para disfrutar con sus más de 450 hectáreas ajardinadas. Su estructura tampoco desmerece. Es una edificación de la Edad Media, aunque tuvo que ser reconstruido en el siglo XVII y se realizaron algunas adaptaciones para asemejarlo más a una casa de campo. En su interior no hay que perderse una rueda hidráulica, que se considera que fue fabricada por Renkin Sualem y que se cree que sirvió para construir la máquina de Marly.
La ruta también nos lleva al Castillo de Val Saint Lambert, en Seraing –cerca de Lieja-, que comenzó siendo una abadía. Esta fortificación, que tiene una historia de 1.000 años, alberga en su interior un museo de cristalería que es uno de sus principales atractivos.
Las exposiciones que pueden verse en su interior recogen una muestra de 250 piezas de cristal, además de un recorrido por cinco esculturas acristaladas e iluminadas. Y, al margen de todo este espectáculo acristalado, no hay que irse del castillo sin visitar sus cuevas acondicionadas, que resultan un tanto extrañas o excéntricas.
En el recorrido por Bélgica hacemos también parada en el Castillo de Reinhardstein, que sigue manteniendo elementos de gran interés como armaduras, tapices, pinturas y cofres. Visita obligada es el Salón de los Caballeros, que es realmente imponente.
Por supuesto, como en todo castillo, no se pueden dejar de ver sus alrededores. En este caso, son escarpados, pero son idóneos para todos aquellos a los que les guste el trekking. Eso sí, se necesita un nivel medio porque hay zonas un poco complicadas. Además, también existen zonas cerca en las que se practica el tiro con arco.
El castillo de Beloeil es uno de los más bellos de toda Bélgica y también del mundo. De hecho, popularmente se le llama el Versalles belga. Entre sus principales atractivos está la colección de objetos artísticos originales que datan de varios siglos, comprendiendo un amplio período que va desde el XV al XIX.
Gran interés despiertan también las paredes de la biblioteca, que albergan más de 20.000 libros entre los que figuran ejemplares muy antiguos –de los primeros que se hicieron con la imprenta- a obras más contemperadas.
En este caso, el jardín bien merece un paseo. De estilo francés, cuenta con un estanque. En total, son 25 hectáreas de verde que, incluso, es posible recorrer con un trenecito para ver este paraje con unas vistas magníficas.
Y, finalmente, el recorrido termina en el Castillo de Vêves, que recuerda a los típicos castillos de los cuentos infantiles, incluyendo sus torres puntiagudas, aunque su arquitectura es militar. Es un recuerdo que se fomenta porque los niños pueden vestirse de princesas o caballeros para vivir su propio cuento.
En su interior, sin embargo, la atmósfera cambia totalmente. En este caso, todos los visitantes viven en una atmósfera refinada con un mobiliario del siglo XVIII en el que destacan las porcelanas originales y múltiples cuadros.