Enclavada en la selva lacandona, Toniná causa una gran fascinación por sus estructuras imponentes del área ceremonial de una montaña sagrada.

Aquí te contamos cómo llegar a Toniná:

De San Cristóbal de las Casas toma la carretera federal núm. 190 con rumbo a Comitán y, 12 km más adelante encontrarás la desviación correspondiente hacia Ocosingo. Una vez en ahí, toma la brecha que conduce hasta la zona arqueológica.

En cuanto a servicios, Ocosingo cuenta con hoteles muy modestos y algunos sitios para comer; si deseas algo mejor, San Cristóbal de las Casas se localiza a aproximadamente 50 km.

Toniná, la asombrosa ciudad prehispánica sobre la selva lacandona

Situado en el municipio de Ocosingo, Toniná nos proyecta a través del lenguaje de sus piedras, la imagen de un pueblo guerrero ajeno a la idea del maya pacífico observador de estrellas.

Estos guerreros habitantes de Toniná sabían manifestar por medio de la escultura su poderío bélico y los temores relacionados con sus mitos.

La historia

Aunque este lugar posee una larga historia de asentimientos previos; se sabe que el sitio floreció entre el 600 y el 900 d.C.

El área ceremonial se compone de una gran montaña artificial que gradualmente se fue conformando con siete grandes plataformas de piedra que sirvieron para construir un enorme laberinto de templos, palacios y estructuras que le dieron al conjunto un poco más de 70 metros de altura, como si ésta fuera una montaña sagrada en la que se contenía toda la historia y evolución del sitio.

Los edificios

Entre el conjunto de palacios y templos que se comunican entre sí por pasadizos y túneles, destacan el mural en estuco llamado de “Las cuatro eras o soles” y el templo del monstruo de la tierra que devora una esfera de piedra que representa al sol.

Es una especie de códice de grandes dimensiones elaborado en estuco, de 12 m de ancho por 4 m de altura, y aunque es una obra maya, su mensaje está inyectado por la esencia de la era del tolteca.

En él se narra la leyenda de los soles cosmogónicos y el ascenso del inframundo a la tierra. Los personajes y símbolos ahí representados conjugan el estilo escultórico de la selva y el sentimiento mítico religioso del Altiplano, proyectando un arrebato de belleza plástica sin igual en el arte del México antiguo.

Este lugar fue el último testigo del ocaso del llamado viejo imperio maya, que floreció en los territorios que hoy se conocen como Chiapas, Guatemala y Honduras entre los años 400 y 800 de nuestra era. De hecho, la última fecha de esta etapa fue hallada en esta ciudad y corresponde al año 909 d.C.

En Toniná se han localizado los restos de un gran número de señores mayas que fueron sacrificados y los monumentos que recuerdan esos sucesos. También son abundantes las esculturas de personajes semidesnudos, sin cabeza y con las manos atadas a la espalda o en actitudes implorantes.