Hacer deporte o realizar una determinada práctica deportiva es una de las maneras que existe para hacer turismo y conocer lugares diferentes e interesantes. Senderismo, ciclismo, surf, windsurf… son algunas de las más habituales. Pero aún hay más opciones. Una de ellas es el puenting. Una actividad que requiere de lugares específicos, que muchas veces están situados en entornos de gran encanto y belleza. Como siempre, las opciones son diversas, pero aquí hacemos unas cuentas propuestas.
Los puentes
De norte a sur y de este a oeste de España, hay lugares para hacer puenting. Dentro de las propuestas, una de ellas es el Puente de Sinde, en Padrón. Esta localidad de A Coruña, en Galicia, está situada a tan solo unos 40 minutos de Santiago de Compostela.
En concreto, este puente se encuentra en la carretera Padrón-A Estrada y está sobre el río Ulla. Además de observar el puente y tirarse en liana por él, no hay que perderse su entorno porque tiene una gran belleza. De hecho, está considerado como uno de los más bellos. Eso sí, quizá haya que observarlo sin tirarse desde los 18 metros de altura.
Continuando por la zona norte de España, llegamos al puente de Atxaspi, en Ondarroa. Esta localidad de Vizcaya, en el País Vasco, también ofrece una experiencia inolvidable, ya que el salto se hace de cara a un acantilado, a unos 50 metros de altura. De este modo, el péndulo posterior tiene vistas al mar y se salta a 20 metros sobre las rocas. Y todo ello rodeado de naturaleza abundante. Sin duda, un paraje sin igual.
Y, en Cataluña, en la provincia de Gerona, se encuentra Lloret de Mar. La diferencia con otros destinos es que aquí no se salta desde un puente, sino desde una grúa. Esta máquina está especialmente diseñada para hacer este tipo de saltos, que se realizan a 70 metros de altura. No en vano es uno de los más altos no solo de España, sino también de Europa.
En este caso, también hay otra diferencia. El salto se realiza bajo la modalidad denominada goming, es decir, con una cuerda elástica que permite caer acelerando para pasar a amortiguarse.
Ya bajando hacia el sur de España, el siguiente salto lo vamos a hacer en Madrid. Aquí se encuentra Gascones y el Puente de Buitrago. Es un destino a tan solo una hora de la capital madrileña en el que se salta desde un antiguo puente ferroviario que se empleaba antaño para conectar Madrid con Burgos.
En este caso, el salto se hace con Bungee Jumping o goma elástica, que se estira hasta cuatro veces su longitud y permite que la persona disfrute de un rebote continuo al final de la caída. De este modo, se va produciendo una desaceleración hasta que la persona queda totalmente suspendida en el aire.
Además de la experiencia de este salto de 20 metros, se puede aprovechar la estancia en para visitar Buitrago de Lozoya que tiene unos magníficos paisajes en los que destacan los bosques de pinos. Su casco urbano es también impresionante. Sus calles son ideales para disfrutar de la arquitectura medieval.
Y, finalmente, llegamos a la Comunidad Valenciana, a la localidad alicantina de Alcoi. Aquí se puede vivir una experiencia bastante diferente, ya que es posible experimentar con una de las nuevas formas de hacer puenting. En concreto, se trata de coger carrerilla y lanzarse al vacío desde el trampolín que está situado a más de 47 metros de altura. Sin duda, un salto apto solo para los más valientes.
El paisaje tampoco desmerece, puesto que se salta desde el puente de Siete Lunas, que fue construido para una línea ferroviaria que uniera Alcoi con Alicante, aunque no entró nunca en funcionamiento.