Este bonito nombre corresponde a una isla jónica de pequeño tamaño situada en el maravilloso mar Egeo, lleno de historia y de luz. La isla se alza a tan solo diez kilómetros aproximadamente de la vecina Corfú, y también se encuentra cerca de otras islas cercanas como Erikusa u Othonoí. Perteneciente al archipiélago de las islas Jónicas, es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido en pleno verano mediterráneo.
Lejos de circuitos comerciales y de las locas noches turísticas de otros enclaves turísticos como Mykonos o Santorini, la isla de Mathraki permanece estancada en el calor y la luz, convertida en un reducto para viajeros nostálgicos que busquen destinos auténticos.
Acogedora, diminuta, hermosa: los viajeros no dejan de piropear a esta joya mediterránea que pocas personas suelen visitar. Esta isla también se encuentra cerca de la costa italiana, a unos setenta kilómetros de distancia. La naturaleza plena de verdor de su superficie compite en belleza con sus playas y sus costas. La playa más conocida y concurrida (es un decir) de la isla se llama Portello, y es popular por su gran tamaño y arena blanca. Pero recorrer las carreteras rurales de la isla en busca de sus diminutas y paradisíacas playas, calas escondidas donde parece no haber habido un alma en siglos, es todo un placer para los más aventureros.
Mathraki tiene la belleza de lo sencillo y verdadero. Un baño en las cristalinas aguas del Egeo, famosas por su transparencia y agradable temperatura, nos llevará directamente al paraíso. Para llegar a esta bella isla hay que embarcarse en Corfú, y cuando llegues a ella encontrarás dos pequeñas poblaciones: Chorio, la capital, y Plakes, el puerto, cercano a la playa de Portello.
En este último lugar hay también una pequeña taberna donde disfrutar del sentir más auténtico de la recóndita Grecia marina.