Desde mucho antes de la llegada de los españoles, el Valle de México ha sido testigo del florecimiento de culturas cuyo legado sigue vivo incluso varios siglos después. Aunque hoy en día estamos habituados a las grandes avenidas, a los edificios altísimos, a los sonidos urbanos y la confluencia de acentos, aromas y sabores de todo el mundo, en la Ciudad de México aún perduran orgullosos los Pueblos Originarios que poco a poco se fueron integrando a la capital conforme esta fue creciendo. Tan solo en la alcaldía Milpa Alta hay 12 de ellos, entre los que destaca San Pedro Atocpan, conocido también como el pueblo del mole debido a su tradición milenaria de preparación de este plato insignia de la gastronomía mexicana.
El inicio de la historia de San Pedro Atocpan se remonta al siglo II d.C., y se dice que sus primeros pobladores fueron descendientes de una de las siete tribus Nahuatlacas que habitaban al sur del lago. En náhuatl, la palabra ‘atocpan’ significa ‘en tierra fértil’, lo cual explica por qué hasta el día de hoy aquí se desarrolla principalmente la actividad agrícola. Tras la conquista, los misioneros franciscanos llegaron a la región y construyeron una iglesia y un monasterio como parte del proceso de evangelización de la población indígena. Otro sitio de interés es la capilla de San Martín Caballero, dedicada al Señor de las Misericordias, conocido localmente como Yencuictlalpan. Desde este santuario se pueden apreciar preciosas vistas del pueblo y de la ciudad.
Además de sus construcciones coloniales, su parque y su quiosco, San Pedro Atocpan es un destino dentro de la CDMX que llama la atención por su espíritu tradicional. Y es que apenas hasta mediados del siglo XX llegó la luz eléctrica a iluminar las casas por las noches, y todavía hoy las cocinas tradicionales a la leña son el sustento de las familias. De hecho, no es fortuito ni exagerado referirnos a este lugar como el pueblo del mole, pues aquí entre el 80 y el 90% de la población se dedica a la producción y venta de este plato estelar de la gastronomía mexicana.
Si quieres vivir una experiencia gastronómica auténtica, lo mejor será agendar una visita para visitar el pueblo del mole en cualquier época del año, pero sobre todo durante las primeras semanas de octubre, cuando se lleva a cabo la Feria del Mole. Este evento es un acontecimiento digno de ver (y de probar), con una asistencia estimada de alrededor de 300 mil visitantes y la participación de decenas de restaurantes y cientos de familias que por varias generaciones se han dedicado a la elaboración del mole.