Los amantes de la naturaleza con espíritu explorador seguro que se lo pasan en grande en un privilegiado rincón de la geografía de nuestro viejo continente: el Monte Elbrus. Sin duda el lugar perfecto para poner a prueba tus habilidades y tu resistencia física, gracias a sus 5.642 metros de altura. Considerado la frontera entre Europa y Asia, su ascenso no resulta demasiado difícil, pero sí muy exigente, sobre todo a medida que vamos ascendiendo, ya que el aire se va enrareciendo y el oxígeno disminuye.
Una auténtica aventura tan sólo apta para los alpinistas más experimentados. Situada en la parte occidental de la cordillera caucásica, es posible ascender a una de sus vertientes gracias a un teleférico, de esta forma lograrás subir cómodamente a una altura de 3.800 metros, y así gozar de unos espléndidos y asombrosos paisajes a vista de pájaro, que dejarán sin palabras.
Un dato curioso es que el Monte Elbrus es en realidad un volcán antiguo, cubierto permanente por una capa de nieve que convierte a este emblemático rincón del territorio ruso en el lugar perfecto para practicar deportes extremos, sobre todo para aquellos que buscan emociones fuertes y adrenalina en estado puro. En cuanto al clima, hay que destacar que es muy versátil, por lo que es fundamental acudir al Monte Elbrus perfectamente equipado, y en este sentido te recuerdo que eches un vistazo y compruebes el estado de tus materiales y artículos de montaña, para evitar posibles disgustos.
Para comenzar tu ascenso debes acudir a la villa de Terskol, así que con la excusa de escalar el monte también podrás descubrir el maravilloso encanto de un característico pueblo de esta región rusa. El municipio está bañado por el río Backsan y rodeado a su vez por una vegetación de sobrecogedora belleza, lo que te garantiza una naturaleza de ensueño y desconocida.