Solo basta caminar por las calles donde creció el compositor de boleros, Agustín Lara, para entender de dónde salió tanto poesía. Se trata de Tlacotalpan, uno de los pueblos más bellos y pintorescos de todo el mundo, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO desde 1998. El trazo urbano y la representación de la cultura española y caribeña impresa en sus casas, edificios y calles excepcionales, son algunos motivos por los que se le reconoce a este pequeño pueblo como ‘La perla del Papaloapan’. Se ubica a la orilla del Río Papaloapan, muy cerca del Golfo del Pacífico y a solo dos horas del Puerto de Veracruz. Tiene una garantía: enamorar a todo aquel que lo visita.
Un pueblo con historia
Tlacotalpan significa ‘tierra partida’, su pobladores originales fueron de sangre indígena, olmecas y totonacas que ante la imponente belleza de la región creyeron haber encontrado el ‘Tlalocan’, es decir, el paraíso terrenal. Durante la conquista fue nombrado San Cristóbal de Tlacotalpan y pronto se convirtió en uno de los puertos más importantes de la región, se distinguía por ser una pequeña ciudad de haciendas con gran presencia de españoles, pero su belleza también atrajo la atención de piratas ingleses que saqueaban a la comunidad constantemente, hasta que en 1790 provocaron un grave incendio que dejó al pueblo entre los escombros.
El Virrey ordenó la reconstrucción de Tlacotalpan solicitando que las casas se hicieran de mampostería, -construcción de muros hechos de ladrillos o piedras, regulares o irregulares, colocados a mano- y con una arquitectura neoclásica que hoy deslumbra a los turistas.
Mucho por ver
Lo primero que llama la atención de Tlacotalpan son sus casonas y edificios pintorescos con pilares, arcos de medio punto, de techos altos cubiertos con teja y ventanales para que entre el aire fresco en esta región costeña. Otras de sus peculiaridades es que en su plaza principal, decorada con banquetas de mármol, hay dos iglesias, la Iglesia de San Cristóbal, que se dice que es la más importante, con un hermoso reloj inglés de 1886 y antiguos retablos de madera, y la Iglesia de la Vírgen de la Candelaria, con su bóveda y cúpula de piedra de coral, de estilo mozárabe y neoclásico.
Justo a un lado de la iglesia se encuentra la Plaza Agustín Lara con una estatua levantada en su honor, y a una calles de ahí se encuentra la Casa Museo Agustín Lara que busca preservar el legado del músico poeta.
Otros lugares que debes conocer son el Malecón de la Ribera, la Plaza Hidalgo con su bello jardín y a un lado de este, el Museo Salvador Ferrando, que exhibe lienzos de este famoso retratista y de otros artistas regionales. No puedes perderte el Teatro Netzahualcóyotl, conocido como el Coloso del Sotavento, este teatro es una pieza arquitectónica de inigualable belleza y que ha sido lugar de importantes eventos culturales. No te vayas sin pasar por la Plaza de Doña Marta, que se dice fue ahí donde se fundó la ciudad.
También está el kiosco Morisco, los parques Zaragoza y Matamoros, la alameda de Juárez, el Templo de San Miguel Arcángel y un pequeño zoológico, instalado en una casa particular, donde podrás ver animales como cocodrilos y pelícanos. Si deseas llevarte algunas artesanías, en la Casa Rafaela Murillo encontrarás mecedoras de madera, ropa y accesorios de encaje fino.
Un pueblo de tradiciones
Este bello pueblo también es conocido por la Fiesta de La Candelaria, uno de los eventos más esperados por los locales, que se realiza entre el 31 de enero y hasta el 9 de febrero. En estos días, Tlacotalpan se desborda de visitantes de todos los estados y turistas del mundo.
Es una festividad donde se pasea por el río a la Virgen de la Candelaria, una verdadera fiesta popular que mezcla la fe, el huapango, los sones de los Jaraneros, la comida de la feria y las famosas ‘toreadas’ que consiste en soltar a seis toros a las calles, lanzados a los espectadores de donde salen tlacopeños vestidos con sus mejores vestimentas, botas y sombreros, con lazos en las manos para recapturar a los bovinos.
En la actualidad, Tlacotalpan sigue siendo semillero de las artes y es común que los fines de semana se presenten los jaraneros, decimistas y bailadores en la plaza principal, llevando a cabo el tradicional fandango.
En sus mercados es posible disfrutar de una extensa gastronomía como los típicos dulces de leche y cremas de cacahuate, fresa, nanche, así como sus deliciosos panes horneados con leña o su riquísima nieve de coco. También puedes degustar el torito, una bebida alcohólica tradicional preparada con jobo, un fruto de la región muy cremosa para abrir el apetito. No te puedes ir sin comer las tostadas de jaiba, la picada tradicional y por supuesto un delicioso café veracruzano.
Dónde hospedarse
En el pueblo hay diversos hoteles y hostales que tienen la arquitectura típica de la región y proporcionan un ambiente fresco y de rivera campirana. Uno de ellos, es el Hotel Boutique La Casa de las Sirenas, con habitaciones únicas decoradas con muebles de cedro majestuosos que te transportarán a la época de bonanza del siglo XIX.
Tiene cinco patios y jardines con mesas para disfrutar de un buen desayuno o comida, y cuenta con una alberca preciosa para refrescarse. En la recepción, ofrecen paseos en lancha por el río Papaloapan, expediciones en kayak por el Golfo de México y visitas a los destinos naturales más cercanos.
Página: hotellacasadelassirenas.com.mx